La combinación de deporte y literatura estuvo especialmente presente en el último viernes de la 83.ª Feria del Libro de Madrid. Tuvieron lugar conversaciones que fueron más allá de los tópicos. Una verdadera fiesta para los sentidos y el intelecto.
El día se desperezó con el ritmo vibrante de una partida de ping-pong que se disputaba en La Rosaleda. Con ese sonido de fondo arrancó la lectura compartida de El talento profesional de Michael Joyce, de David Foster Wallace. En la misma participaron Eva Orúe, Matías Candeira, Juan Carlos Márquez, Bruno Galindo, Eduardo Laporte, Fernando Navarro, Natalia García Freire, Fernando Clemot, Jorge Dioni y Sara Barquinero.
Una conversación de altura
Por otro lado, en el Pabellón Europa, la alpinista Edurne Pasaban charló con la escritora Anna Kaminska, biógrafa de Wanda Rutkiewicz, en el encuentro ‘Mujeres alpinistas’, moderado por Darío Rodríguez, director de la librería y editorial Desnivel. Durante la charla, repasaron los logros de Rutkiewicz, una figura legendaria en el alpinismo polaco y mundial, destacando su papel pionero en un mundo predominantemente masculino. Rodríguez destacó que el alpinismo es uno de los pocos deportes donde las mujeres han liderado en varias ocasiones. Kaminska presentó sus obras sobre Rutkiewicz y su compañera Halina Krüger-Syrokomska, aprovechando la ocasión para hablar de montañismo y mujeres. Pasaban, con catorce ochomiles a su nombre, compartió cómo Rutkiewicz la inspiró desde joven, relatando anécdotas de sus primeras expediciones y la lucha constante contra los prejuicios de género en la montaña.
En otro escenario de la Feria, la Biblioteca Municipal Eugenio Trías, la Revista Panenka organizó el encuentro ‘Narrar el territorio a través del balón’, con la participación del ex futbolista y comunicador Alberto Edjogo, el escritor y periodista Fernando Mahía, y Carlos Martín, redactor jefe de Panenka. Martín celebró la reedición de Indomable, de Edjogo, un libro que desafía los estereotipos sobre el fútbol africano. Edjogo narró sus experiencias en Guinea Ecuatorial, destacando las dificultades fuera del campo, en contraste con el enfoque exclusivo en el juego en Europa. Martín explicó que Panenka busca contar historias importantes y poco conocidas, y Mahía compartió su viaje por Estados Unidos siguiendo el baloncesto como excusa, «porque las buenas historias, dice, son aquellas que te encuentras de rebote», y descubriendo historias que desafían los tópicos del deporte. «El deporte es un vehículo perfecto para contar sociedades. Michael Jordan es la historia del 1%, las sociedades se hacen con las historias del restante 99%», añadió.
La belleza de la muerte súbita sobre tierra batida
La tarde atravesaba su ecuador coincidiendo con el encuentro entre Pedro Zuazua y Luis Torres de la Osa, en el Pabellón CaixaBank. Conversaron sobre tenis, sueños e infancia en una charla relajada sobre lo humano y lo divino del tenis. Zuazua describió su libro, Nocturno de tenis (Libros del KO, 2024) como una obra sobre la belleza, y De la Osa habló no solo de la belleza del tenis sino de la vida en general. Recordó su infancia «como un carrusel felicísimo» ligado siempre a este deporte, en Valencia, agradecido a su padre por no ejercer presión. «La vida es la mayor presión, es muy difícil ponerse las orejeras y mirar solo al deporte», concluyó reflexionando sobre las oportunidades perdidas y las realidades vividas.
60 años de Alfaguara
La Feria al final de la tarde del viernes estaba llena de tentaciones, argumentaba Jesús Marchamalo para agradecer el lleno absoluto en la celebración del 60 cumpleaños de la editorial Alfaguara. Se ideó para ello un formato dinámico de tres pequeñas charlas entre los autores Manuel Vicent y Antonio Lucas; Juan José Millas y Laura Ferrero; y Rosa Montero y Sergio del Molino. Seis autores para contar su tiempo a su manera, como siempre ha hecho la editorial a través de su recorrido. Cada etapa ha estado marcada por las tendencias de su tiempo y en cada época ha sabido ser, como dijo Vicent, «el lugar a donde quieres llegar, Alfaguara es como un ochomil».
Fotos © Patricia J. Garcinuño