La Feria del Libro centró ayer su atención en uno de los hitos de más rabiosa actualidad: la Inteligencia Artificial (IA)
En una jornada de sábado de gran afluencia, la Feria acogió en el Pabellón Europa la grabación del podcast ‘No es el fin del mundo’, perteneciente al medio de análisis internacional divulgativo director en ‘El Orden Mundial en el s. XXI’, con las voces de su director, Fernando Arancón, el analista de datos David Gómez y la ingeniera de datos Laura Lacarra.
Durante la grabación los expertos han tratado de explicar la panorámica mundial de la Inteligencia Artificial, su regulación, su funcionalidad, sus riesgos. Lacarra empezó desgranando qué entendemos por IA y para qué nos sirve. La ingeniera de datos definió la IA como el entrenamiento de máquinas para que tomen una decisión en base a datos. Es un proceso de entrada y de salida, explicó: «entra una foto de un órgano con cáncer, el algoritmo la compara con su base de datos y sale una cifra, un porcentaje de probabilidades de que haya cáncer».
En definitiva, argumentó: «La IA está para hacer predicciones, ahorrar gastos, automatizar funciones, controlar equipos y optimizar procesos. Puede ayudar a regular la humedad en un invernadero o la temperatura de una granja».
Lacarra está convencida de que la incorporación de la IA será un elemento disruptor en todos los sentidos. De hecho, uno de los problemas más graves está en cómo se puede regular o controlar esta tecnología de manera eficiente, dejando margen para la investigación y salvaguardando los derechos de la sociedad. Gómez recordó que ya hay un manifiesto firmado por los grandes tecnólogos, encabezado por Elon Musk, para pedir que se detenga el desarrollo hasta que se pueda asegurar su control y regular la tecnología. A este respecto surgen nuevos planteamientos. «Si la regulación es muy estricta, se producirá una huida de las empresas a otros entornos. Por otro lado, sin regulación, estaremos desprotegidos», aseguró Lacarra.
Las IA generativas han provocado una gran polémica. El famoso Chat GPT, no solo utiliza internet, sino que sintetiza la información y crea un producto nuevo en base a los datos con los que ha trabajado. Pueden hacer poesía, generar imágenes, completar una melodía… La ingeniera Lacarra destaca que ya se ha conseguido traducir los pensamientos a datos con los que trabajar. Esto podría aplicarse a casos médicos, explicó. Para acabar de tranquilizar al público, frente a lo apocalíptico de la actualidad, la ingeniera sostuvo que este tipo de tecnologías serán nuestras salvadoras. Aludía a causas indirectas, como la reducción del tiempo empleado en operaciones matemáticas, y puso un ejemplo: «Nos llevó semanas descubrir cómo una IA había resuelto un problema en solo unas horas».
María Hesse: «La IA recopila un poco de todos, es un poco robo»
¿Y qué pasa con la IA en entornos como la literatura o el arte? Para responder a esta pregunta contamos con la escritora Elena Medel, la ilustradora y escritora María Hesse, la ilustradora Mercedes Bellido y el editor Javier Ortega, quienes han participado en la charla ‘A primera vista: El proceso creativo de la portada de un libro’, organizada por Pentel en el Pabellón Caixabank. Hesse es preclara: «La ilustración es un oficio que ha cambiado mucho en 10 años. Ha evolucionado, se ha establecido». Medel recuerda que lleva 16 años viniendo a la Feria del Libro y reconoce que siente algo de miedo, pero más curiosidad. La escritora confiesa que no es el primer aviso del apocalipsis: «Siempre nos dicen que va a morir el libro de papel porque lo va a matar el libro electrónico, y veo un montón de gente comprando y leyendo libros de papel». La escritora alude también a la certeza de que siempre habrá un ser humano detrás de la máquina. Hesse duda de si es lícito utilizar la IA para crear bocetos de un dibujo, por ejemplo, pero al final concede: «La IA recopila cosas un poco de todos, es un poco robo», concluye. «No hay experiencia, no hay memoria, no hay momento vital». Medel se sincera: «Siempre termino, como lectora, buscando algo que emocione».
También la ilustradora Marta Bellido prefiere el proceso al resultado final y explica la importancia de tirar dibujos, del proceso de aprendizaje, de utilizar «mi propia IA». En su caso, el producto final es algo plástico, por lo que, además, se suma el concepto de unicidad del objeto, que una digitalización seriada no puede alcanzar. En este mismo sentido, Hesse dijo: «Los trazos hablan de ti».
Por su parte, la editora del sello infantil Juventud, Élodie Bourgeois, defiende la IA si se utiliza como una herramienta más, para agilizar el trabajo del ilustrador: «Jamás haría un libro ilustrado solo con IA. Y con el texto, lo mismo». Bourgeois reconoce que es una amenaza, y señaló que en el sector ya ha comenzado a tener cierta presencia: «Algunos editores ya están empezando a usarla, se hacen carteles de festivales, por ejemplo». La editora coincidió con su compañera de oficio, la ilustradora María Hesse, en que es una recopilación de obras de otros artífices y afirma: «Llegará un momento en que habrá un problema de derechos».
El humano enseña a la máquina
Para terminar, Medel recuerda a Jorge Carrión, que ha estado varios años escribiendo un libro mano a mano con una IA, enseñándole a escribir con su estilo.
La Feria contó con la presencia del escritor Jorge Carrión, que firmaba sus últimos libros ayer, entre los que está la obra Los campos electromagnéticos. Teorías y prácticas de la escritura artificial, escrito en colaboración con una inteligencia artificial. En efecto, el escritor ha entrenado durante dos años a una inteligencia artificial para que adquiriera su vocabulario y manejara sus temáticas para pedirle que escriba un libro. En concreto, una revisión libre de la obra surrealista de André Breton y Philippe Soupault, Los campos magnéticos, escrita de manera automática en 1919.
Carrión describe su libro como «una suerte de manifiesto a favor del diálogo entre los hombres y las máquinas en el campo de la literatura». Equipara el nacimiento de la inteligencia artificial con la situación que vivió la pintura cuando apareció la fotografía. Y avanza: «Y la fotografía, cuando llegó la fotografía digital y Photoshop». El escritor considera normal que la literatura pueda sentirse amenazada, pero valora, por otro lado, la oportunidad que supone la inteligencia artificial. «Yo creo que es una oportunidad para un giro conceptual o para revalorizar la poesía más exigente. Asimismo, Carrión sentencia: «Los algoritmos ya escriben mejor que muchos seres humanos y exculpa a las máquinas del «bajo nivel de redacción de la humanidad».
También se presentó en esta jornada, el libro La primavera de la Inteligencia Artificial, de Carmen Torrijos, traductora y filóloga por la Universidad Autónoma de Madrid, máster en Comunicación Intercultural y titulada en Dirección de Proyectos por la Escuela de Organización Industrial; y José Carlos Sánchez, periodista y comunicador audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y máster oficial en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid.
En la obra se analizan todos los conceptos nuevos derivados de esta revolución tecnológica que ya se considera clave en la década. Es una obra que desentraña los nuevos lenguajes en los que vamos a tener que relacionarnos con las inteligencias artificiales en un futuro más que cercano. Sánchez cree que no caducará aunque la velocidad con la que evolucionan estos modelos sea vertiginosa. El autor asegura que no va a caducar, que es un libro que habla sobre la cultura de la IA en la que comenzamos a estar inmersos y puede servir de guía para escritores, periodistas y analistas de esta nueva revolución.
Una reflexión literaria
La Feria ha querido conocer la opinión de una de las grandes firmas, la de Luis García Montero, sobre la posible relación entre la inteligencia artificial y la literatura. El escritor nos ha regalado una reflexión que no solo habla de este presente en constante y trepidante evolución, sino también del pasado y del futuro. «La historia nos ha enseñado que la llegada de las novedades tiene sus cosas positivas y sus cosas negativas. La inteligencia artificial tiene que aportar muchas cosas, pero nos descuidaríamos si no viéramos también que puede ser un espacio de manipulación, de normalización frente a la diversidad y de sesgos de todo tipo. A las máquinas las programan los seres humanos y a mí me ofrecen más desconfianza los seres humanos que las máquinas. Creo que hay que controlar a las máquinas porque es necesario que los seres humanos tengamos cuidado con nosotros mismos».
Foto © Isabel Infantes