Mercedes, encargada del Pabellón Europa: «Lo que hay que recoger y limpiar siempre es directamente proporcional a lo que han disfrutado el taller».
La Feria del Libro de Madrid arrancó ayer martes con los primeros corredores saludando al día. Desde temprano se oía el bullicio de los escolares que estaban de visita. Con sus gorras para protegerse del sol y los bocadillos en la mochila, estaban listos para pasar la mañana en la Feria.
Primer parada: Pabellón Infantil, donde su responsable, Paloma de Miguel, aseguró que las actividades más populares este año son las visuales: «Los niños vienen buscando cómics, actividades de dibujo, ilustración, estampación, todo lo visual».
Todo parecía tranquilo, pero en la sala polivalente de la Biblioteca Municipal Eugenio Trías la tensión se podía cortar con un cuchillo. Un trivial sobre El Gran Gatsby enfrentaba a varios equipos de jóvenes con discapacidad del Programa Tecnodemos de la Universidad Pontificia de Comillas. La competencia era feroz por ver quién conocía mejor la historia.
Esta actividad forma parte de ‘El vaivén de la Feria’, una iniciativa para llevar actividades relacionadas con la lectura a colectivos que no suelen visitar la Feria y luego invitarlos a participar durante alguno de los 17 días en El Retiro. Este año, de la mano de Lecturia Editorial, los participantes disfrutaron de un taller de ilustración de portadas con los hermanos Fermín y Matías Zabalegui, autor e ilustrador de la adaptación de la obra.
Nuevas propuestas para ‘vestir’ al Gran Gastsby
Los asistentes debían elegir su escena favorita del libro y crear su propia versión de la portada con la ayuda de los hermanos. «El arte no entiende de reglas», decía el ilustrador Matías Zabalegui. «Solo hay una premisa: ilustrar una escena del libro que os guste para la portada. La creatividad la ponéis vosotros». Enrique, uno de los participantes, eligió la escena de los negocios sucios; su compañero Álex, la de la presentación del padre del protagonista; y a todos les encantó la de la fiesta en la gran mansión. Aunque lo importante era ganar el trivial y llevarse a casa su propia versión de la portada del libro. El próximo año, más y mejor.
Casi 40 niños se inclinaban concentrados sobre folios dispuestos en el suelo en el taller ‘¿Cómo hacer un libro?’ con Karolina Jaszecka, en el Pabellón Europa. El taller era un trajín silencioso y ordenado: unos pintaban, otros escribían, mientras se escuchaban algunos cuchicheos. La mitad de los alumnos tenía una portada ilustrada y debían crear un pequeño texto; la otra mitad, un texto pequeño que debían ilustrar. Jaszecka explicó todos los pasos para crear un libro y las partes implicadas en el proceso, desde el escritor hasta los trabajadores de imprenta, «todos en la cadena del libro son indispensables para que llegue a nuestras manos», se oía decir a la traductora polaca por los altavoces. Los alumnos, parte del proceso, asentían sin despegar la vista de sus papeles. Mercedes, una de las organizadoras del pabellón, comentó lo atentos que estaban los niños: «Lo que hay que recoger y limpiar siempre es directamente proporcional a lo que han disfrutado el taller».
Más tarde, en el Pabellón Europa, tuvo lugar otro taller de cómic con Octav Ungureanu, director del Festival de Cómic de Bucarest, quien enseñó a los niños a pintar emociones en un rostro, a crear el efecto de sombreado y a representar tamaños y profundidades en dos dimensiones.
El papel higiénico y la lavadora también cumplen años
El artista polaco Piotr Socha también tuvo su momento en el Pabellón Europa, respondiendo a preguntas como: «¿Eran más limpios en la Antigua Grecia o en los tiempos del Imperio Romano? ¿Somos más aseados hoy? ¿Cuántos años tiene el papel higiénico? ¿Y la lavadora? ¿Usaban perfumes en el antiguo Egipto?».
En su primer taller, Socha llevó a las familias y niños por un paseo divertido a través de la historia del váter y la relación del hombre con la higiene.
En el segundo taller, los niños y niñas se sumergieron en un caos creativo, dibujando sobre árboles y naturaleza. «Mi idea era explicar sobre los árboles y luego dibujar, pero los niños fueron directos a la acción. Fue más emoción que educación. Hay que estar abiertos a los niños, hay que prepararse para este destrozo», reconoció el artista al final.
Para los más pequeños, que apenas leen, el Pabellón Infantil acogió por la tarde un evento protagonizado por la investigadora del CSIC y del Museo Nacional de las Ciencias Naturales, Anabel Perdices, y a la narradora Ana Herrero, que se metió bajo las escamas de una boga para contar la historia de los ríos de España y las amenazas a los peces en verso. Recitar nunca pasa de moda en la Feria del Libro de Madrid.
Fotos © Patricia J. Garcinuño